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Cultivan cempasúchil en tierra sonorense

La familia Ruiz tiene 30 años sembrando en Ímuris la flor que sirve de ofrenda para los fieles difuntos el 2 de noviembre

HERMOSILLO, Sonora.- Cada Día de Muertos, es común ver en altares, tumbas y fotos, la flor de cempasúchil como un símbolo de fiesta y honra hacía los difuntos, y esto es gracias a los productores de flor, como Ramiro Ruiz Valencia, quien durante 30 años ha cultivado el cempoal, y mantenido la tradición viva en el Estado.

“Aquí en Sonora no hay muchos productores de cempoal”, afirmó, “esta es la tierra (Ímuris) donde se da más el cempasúchil, porque en otros lados es mucho más helado, y la flor se marchita luego luego si hace frío.

“Igual el calor extremo no las ayuda, porque entonces no alcanza a reventar (la flor), es de mucho cuidado pues”, explicó.

Fue su padre, Isidro Ruiz, quien inició con la siembra de flores y hortalizas, hace más de 50 años, en el ejido de La Mesa, en Ímuris.

Mi apá es el pilar de la familia, somos doce, y él fue el que empezó a hacer la siembra, él nos empezó a decir cómo, y cada quien le agarramos al grano, unos llevan a Hermosillo, otros se venden aquí, yo siempre me voy a Navojoa”, comentó.

Actualmente, la familia cuenta con más de 12 hectáreas de cultivo, y son productores de hasta 30 toneladas de flor al año, la cual se traslada y vende en todo el Estado, desde San Luis Río Colorado, hasta los municipios del Sur, como Navojoa, Álamos y Huatabampo.

“Sacamos por año unas 30 toneladas de cempoal, y la verdad es que llegamos a todos los municipios; yo siempre llevo a Navojoa y de ahí se expande a todos los pueblos del Sur, pero aquí vienen a comprar de Magdalena, Nogales, Caborca, Puerto Peñasco, Huatabampo, de todas partes.

Hermosillo compra muchísimo, porque es muy grande, la idea para allá es llenar un tráiler y llevar al Mercado de Abastos, al Franscico I. Madero, pero aparte mi hermano lleva otro tráiler, y él ya tiene sus lugares en todos los panteones”, dijo.

NO ES FÁCIL

Mantener esta producción no siempre es fácil, relató, sobre todo si las condiciones climáticas no son favorables para el cultivo, ya que aunque hay años de mucha lluvia, como este, en otros la sequía no permite que el trabajo sea tan productivo.

Aun así, Ramiro, junto a su padre Isidro, y sus hermanos, han logrado salir avantes con la siembra todo el tiempo, y afortunadamente, expresó, la gente siempre ha recompensado ese esfuerzo, prefiriendo sus productos al de otros vendedores.

“El cempoal lleva un proceso largo, todo el año trabajamos, y tenemos que estar bien pendiente de todo”, expuso, “empezamos el 25 de julio, más o menos, a limpiar flor por flor, agarrar la semilla, y ya después se hace el almácigo; haces unos tres cuatro surquitos, y se hace el almácigo de la semilla que ya agarraste.

“Ahí hay que estar pendiente de que haya una llovida, de la plaga, limpiarlo, escarbar, darle el mantenimiento, para que llegue a crecer a una altura de un pie o menos, y enseguida hay que transplantarlo, alistar la tierra, y meter tractor, para que quede limpiecito el espacio”, describió.

Para el transplante, suelen colaborar desde 10 a 15 personas, entre familia y trabajadores, pues el proceso debe hacerse totalmente manual.

Agachados, en los surcos de tierra se empieza a sembrar la raíz de la semilla, surco por surco, hectárea por hectárea, trabajo que puede durar entre dos o más días en quedar totalmente listo.

“Empiezas desde las 8:00 de la mañana, ya que esté bien regado el surco, empiezas a meterla con el dedo, agarras el mazo y lo metes en la tierra, y cuando terminamos aquí, nos vamos a la tierra de mi hermano, luego a la huerta de mi papá, no paramos

Fuente: Leonor Hernández