HERMOSILLO, Sonora.-Es la pasión y el amor por la enfermería lo que ha permitido a Teresita Noriega Castillo, enfermera del Hospital Infantil del Estado, realizar esta profesión de manera ejemplar durante las últimas dos décadas.
Su especialidad es Pediatría y Terapia Intensiva. “Creo que la clave por la cual he durado tanto aquí, es porque siempre me gustó, ser enfermera siempre fue mi sueño”, comentó.
Tradicionalmente se celebraba el Día de la Enfermera el 6 de enero, luego de que en 1931, el entonces director del Hospital Juárez de México, instituyó ese día, pues señaló que la presencia de estos profesionales de la salud es como un “regalo de reyes” para los pacientes. El año pasado esto cambió y se instituyó como día oficial el 12 de mayo.
Soy de San pedro de la Cueva, y desde chiquita admiraba muchísimo a la enfermera del Centro de Salud de allá, todavía lo hago, de hecho, ella era mi ídolo, por decirlo de alguna manera”, recordó.
El camino
Una vez que lo logró no todo fue como se imaginaba, aceptó, pero con el tiempo entendió que los “sinsabores” eran también parte de la experiencia, y aprendió a aceptarlos y quererlos tanto como las cosas buenas.
“Hay cosas malas, claro, el dolor ajeno sobre todo; cuando ves a un paciente, sobre todo en pediatría, que está muy mal piensas que te equivocaste de carrera, que es mejor ya no estar ahí, pero luego ves que se curan, o la diferencia que puede hacer una enfermera y sabes por qué estás aquí”, agregó.
Teresita ha estado a cargo de pacientes Covid
Teresita ha estado a cargo de los pacientes Covid en el HIES, ha atendido desde recién nacidos, hasta adolescentes de 17 años, y aunque en su mayoría todos salen adelante, separarlos de sus padres es un proceso muy complejo.
“En pediatría sí ha sido un poquito más dolorosas las hospitalizaciones porque los papás han tenido que dejar a sus hijos solos, con personas que no conocen, hay niños desde cero a 17 años, y quizá los más grandecitos si entienden, ¿pero a los bebés como les explicas todo esto?”, cuestionó.
“Ha sido muy difícil porque los vemos llorar, y no podemos quitarnos las máscaras, lo único que hacemos es jugar, entretenerlos, incluso abrazarlos, porque no sólo somos enfermeros, también somos humanos, y nos duelen esas experiencias”.
Fuente: LEONOR HERNÁNDEZ
