Una historia de “éxito”, dinero, autos, lujos, armas, mujeres, drogas y mucho poder, suena atractivo pensar que con un poco de valentía te puedas convertir en el próximo Pablo Escobar, señor de los cielos o el Chapo Guzmán, pero la realidad es muy distante, miles de niños se unen a las filas del narcotráfico vislumbrados por las narco series o por los narco corridos, creyendo que en realidad podrán lograr empoderarse y sacar a su familia de la pobreza sin necesidad de tener que quemarse las pestañas en la escuela.
Debemos reconocerlo, el narcotráfico es una fuente de derrama económica muy importante para el desarrollo de nuestro país, ¿pero a cambio de qué?
Se estima que cada año entran a México, desde Estados Unidos, entre US$19,000 y US$29,000 millones de dólares, producto de actividades ilícitas, especialmente el tráfico de drogas, una cifra importante que equivaldría al 2% o 3% del PIB nominal del país, esto sin contar el dinero que se va directamente a los paraísos fiscales, una cantidad importante de dinero que sirve para quienes lideran estos grupos criminales tengan una vida de derroche y lujos al por mayor.
Creo plenamente que en la vida tenemos derecho a ser como queramos y vivirla como nos plazca siempre y cuando no afectemos a terceros, no se trata de ser moralmente persignados, pero si de contribuir aunque sea con mínimas acciones para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir y en ese sentido externo mi preocupación de que tantos niños, niñas y adolescentes se sientan atraídas por el brillo del narcotráfico.
Con base a datos publicados recientemente por la Asociación Civil Reinserta, en su estudio “Niñas, niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada“, en nuestro país más de 30 mil niños son reclutados por parte del crimen organizado, recibiendo pagos que rondan entre los 25 hasta los 35 mil pesos mensuales, una cantidad que parecería ser mucho para quienes vienen de situaciones problemáticas en casa, tanto en lo económico como en lo emocional, sin saber que con esa decisión solo se convertirían en un peón más del gigante tablero de ajedrez que representan estos grupos delictivos.
En el mismo estudio que cité anteriormente se habla de que hay más de 20 mil casos de homicidio doloso y 7 mil desapariciones de menores de edad en los últimos 20 años, según una estimación hecha por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
Esta problemática se complica todavía más con lo prolongado de la pandemia por COVID-19, donde se estima la deserción escolar de 5 millones de menores, sin contar el incremento en los problemas de salud mental que se han agravado por el mismo motivo, o el como ahora el crimen organizado ha encontrado en los videojuegos y redes sociales una puerta abierta de par en par para literalmente entrar hasta tu casa y poder reclutar a tus hijos o hijas.
¿Este es el mundo que queremos?, ¿un lugar donde dejamos que los más pequeños del hogar tengan como aspiración máxima ser un “famoso” narcotraficante, un mundo donde los errores se pagan con la vida o si te va bien con la libertad, un mundo donde no nos interesa formar infancias felices y que se sientan seguras de salir a jugar en la calle? No sé ustedes, pero creo que podemos hacerlo mejor.
Fuente: Selena Altamirano Palafox