No hay duda que cuando se argumenta un tema político se hace desde la trinchera de la conveniencia, y es que cuando se delinea una estrategia no se pueden salir del camino, de lo contrario darían al traste con las intenciones electorales.
Mire usted, las alianzas o coaliciones se han dado por años, de manera “legal”, o de facto, incluso en temas legislativos hemos visto como dos o más bancadas se unen en busca de un fin en común, conveniencia grupal y hasta personal se le llama.
Cuando se anunció la alianza del PRI y PAN, las críticas no tardaron, tampoco los argumentos para defenderla, sin embargo, como dijo Jack, vamos por partes...
La crítica es a todas luces justificada, imaginarse de manera legal al PRI y al PAN compartiendo una boleta no dice mucho, lo que sí dice, y mucho, es el cómo amalgamarán los ideales, como camuflajarán el supuesto odio político que históricamente se han profesado. ¿Cómo?
Por otro lado, por más que cierro los ojos y escenifico en mi imaginación una película donde Javier Dagnino deje de lado los agravios familiares que le ocasionaron los priístas luego del sexenio de su pariente Guillermo Padrés y levante la mano de Ernesto Gándara; o a todos esos regidores priístas que no se cansaron de calificar a Javier Gándara de corrupto durante su gestión de alcalde le den palmadas en la espalda; o cómo vería usted qué todos esos panistas que se dijeron perseguidos políticos tengan que decir que votar por el PRI es lo mejor que le puede pasar al Estado.
Se que usted y yo podemos estar pensando en lo mismo, es como una especie de prostitución política por el poder, o cómo dicen ellos, es la única forma de evitar que Morena llegue a la gubernatura.
No, simplemente no podría creerle a un panista hablando bien de un priísta, y viceversa, jamás podría confiar en un priísta diciendo que el PAN es una especie de complemento para el triunfo, eso sobre todo, sería impensable, sobre todo si recordamos que por 80 años Acción Nacional ha sido una piedra en el zapato tricolor.
Agravios entre ambos hay vastos, diferencias que otrora pintaban cuadros tan abstractos que un posible acuerdo parecía más que imposible.
En la política mexicana el PAN y el PRI son tan diferentes como el América y Chivas, Yanquis y Medias Rojas, Lakers y Celtics.
Una unión “legal” entre ellos sería como ha dicho Ricardo Bours, “su alianza es un “engendro”.
Y qué no se equivoquen los aliancistas, la crítica no es miedo, ¡por Dios!, es simplemente una observación de que para mí, para otros tantos panistas y priístas y sobre todo para la gente, “legalizar” la unión entres rojos y azules, es simplemente reconocer lo que siempre se ha dicho, el Prian existe.
Con estos antecedentes viene la parte dos, la defensa:
En sus argumentos reviran la crítica, que al igual Morena y el PT se han unido, pero, la diferencia mis queridos alancistas, es simple, no se enreden, el antagonismo entre ustedes es como el agua y el aceite, la amalgama entre Morena, PT, PES, y otros, son solo rémoras buscando la miga para poder sobrevivir del más posicionado.
Y aunque en uno de los argumentos que esgrimen los prianistas es precisamente la sobrevivencia, me parece que pueden perder más de lo que ganarán, la gente no perdona, es un riego no calculado, pero, las decisiones se toman y parece que ellos ya decidieron.
Veremos si desde este humilde rincón estábamos equivocados, o los miles que piensa como yo teníamos razón.
Fuente: Jesús Olivas Figueroa