Opinión

La eterna brecha entre la miseria y la opulencia

Por Selena Altamirano Palafox

Desde el génesis de la historia humana de la cual no se tiene certeza absoluta, las personas siempre hemos tenido la principal encomienda de sobrevivir, desde lo esencial que es alimentarse para gozar de buena salud así como enfrentarse a las hostilidades naturales como son las variaciones del clima, animales feroces, catástrofes etc… no es un secreto que las sociedades modernas han aprendido a controlar muchos de los problemas de antaño, sin embargo otros tan básicos como el poder vivir bien alimentados se ha agravado a tal punto que se estima que unos 811 millones de personas, lo cual corresponde a la décima parte de la población mundial, padecen subalimentación, es decir: Mal comen para medio vivir.

El discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU por parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, generó muchísimas opiniones encontradas, por una parte, están quienes defienden su propuesta de crear un Plan mundial de fraternidad y bienestar que obligue a los más privilegiados a aportar el 4% de sus fortunas para reducir los índices de pobreza extrema, pero por otra están quienes defienden el sistema capitalista y califican el plan de “limosnero” o como una
“medida populista” de la cual se piensa beneficiar al utilizar la palabra “bienestar”, sin embargo, más allá de las opiniones subjetivas entorno a esta propuesta, la realidad es que hay un grave problema de pobreza extrema a nivel mundial que urge solucionar.

Definitivamente los tiempos han cambiado y evolucionado, a tal grado que hoy podemos comunicarnos en cuestión de segundos con millones de personas que están literalmente del otro lado del mundo, en una infinidad de idiomas y con innumerables opciones, algo impensable en tiempos de la segunda guerra mundial, turbulento momento histórico que da pie a la creación de una Organización que unificaría a la mayor cantidad de países en un momento de la historia que dejó a la mayoría de las naciones en ruinas y ávidas de paz, que hoy conocemos como la ONU y que si bien en su momento logró su cometido, hoy deja mucho que desear en la solución que debería de dar a los problemas que actualmente afectan a la humanidad, como la erradicación el hambre y la pobreza extrema.

Los números son fríos, duros y claros, puesto que solo en México en 2020 se contabilizaron 55.7 millones de personas en situación de pobreza, (sin contar a quienes se suman a esta cifra derivado de las secuelas de la pandemia de COVID-19) esto de acuerdo con el estudio Medición de la Pobreza 2020 del Coneval, un país que solo en el 1% de la población concentra el 34% de la riqueza nacional, así como se escucha, un pequeño grupo de personas son “dueños” de la tercera parte de las ganancias que se producen dentro del territorio mexicano, ¿No suena muy justo que digamos, o sí? Y es que en un mundo donde la globalización ha servido más para “normalizar” la evasión fiscal a través de los “paraísos fiscales” que no son más que tranzas respaldadas por sistemas económicos internacionales, suena ilógico pensar que al pasar de los años la globalización haya servido más para extender esta brecha en lugar de reducirla y unidos construir un mundo más justo.

Por cuestiones multifactoriales los seres humanos jamás lograremos ser 100% iguales, no se trata de buscar una utopía que “logre” de la noche a la mañana que los ricos no sean más ricos y que los pobres dejen de ser pobres, sino de generar acciones que encaminen al mundo a reducir la brecha de desigualdad entre quienes pueden darse el lujo de tener cientos de casas con habitaciones que ni van a usar, carros, jets, barcos y de más, en contraste con quienes se levantan día a día con el estómago vacío soportando jornadas de trabajo sobre humanas que son insuficientes para poder tener una alimentación digna y balanceada, sin mencionar que les es casi “imposible” siquiera pensar en construir un patrimonio que garantice bienestar y estabilidad en su familia.

Personalmente suscribo la propuesta del presidente de México, que consiste en crear un fondo para repartir becas y pensiones de forma directa a las poblaciones más pobres, y en un mundo en el que aproximadamente 750 millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares diarios no creo ser la única, tan es así que el Canciller Marcelo Ebrard informó durante la mañanera del 10 de noviembre que al menos 47 países y diferentes ONG´s se inscribieron para participar en la elaboración del plan de AMLO, ¿Estamos en la antesala de una verdadera solución a la ancestral problemática de las injusticias sociales y económicas? El tiempo y la voluntad política de los más poderosos lo dirá.

Fuente: Por Selena Altamirano Palafox