Opinión

Violencia: la otra pandemia

Lo que ocurrió en Guaymas ayer es horrible, pero no menos que lo acontecido en otros municipios, desde Estación Don hasta San Luis Río Colorado, por no decir de Mérida a Ensenada y el crimen organizado como si nada.

En Guaymas, el auto en que viajaba Juan Francisco N, alias “El Brujo”, un tipo que contaba con un largo historial delictivo y varios internamientos en prisión fue rafagueado desde otro auto dejando un saldo de tres muertos, entre ellos una niña de nueve años que viajaba en la parte posterior de la camioneta.



En el atentado murieron “El Brujo” y su esposa; otras dos de sus hijas y dos personas más que viajaban con ellos resultaron lesionadas.



La nota roja toma el pulso de una sociedad cruzada por la violencia; es el termómetro que dispara el mercurio hasta el tope de esa otra estadística con picos de escándalo y curvas que no se aplanan.



Es desesperante ver cómo en este, como en el resto de los temas de la agenda pública nacional, el gobierno federal se mantiene erguido sobre el ladrillo de su legitimidad coyuntural, viendo el futuro con la nuca, condenando a las administraciones anteriores pero sin una estrategia clara para bajar los índices delincuenciales.



Desde luego que los gobiernos estatales y municipales son corresponsables en esta tarea, pero particularmente éstos últimos no tienen nada qué hacer frente al poder de fuego del crimen organizado y sobre todo, de su gran poder corruptor.



El ‘culiacanazo’ es una herida abierta en la credibilidad del gobierno y la eficiencia del Estado mexicano, pero también lo son las mujeres y niños asesinados y calcinados en Bavispe; los jóvenes masacrados en un centro de rehabilitación en Celaya, los decapitados y castrados en Tezopaco; los cadáveres apilados en una carretera de Caborca y los crímenes que a diario alimentan la narrativa de la impunidad y recrean la sensación de que nada ha cambiado. Más aún, de que todo ha empeorado.



Desesperante resulta también escuchar al presidente de la República emitiendo sentidos exhortos a los criminales para que ya le bajen, para que piensen en sus mamás, en sus hijos, en sus familias, en México, antes de jalar el gatillo y volarle la cabeza hombres, mujeres y niños salpicando de sangre, de miedo y de vergüenza el suelo de la patria.



Es cierto: el pasado está lleno de complicidades, de omisiones, de prácticas corruptas que fueron construyendo un cogobierno del crimen organizado. Pero si las cosas siguen igual o peor, lo menos que puede pensarse es que las omisiones, las prácticas corruptas y el cogobierno con el crimen organizado se mantienen vigentes, intocadas.



¿De qué otra manera se explica que los cárteles estén viviendo sus momentos de mayor protagonismo criminal, al grado de atentar contra el secretario de Seguridad en Ciudad de México, en pleno corazón de la capital y con un despliegue de recursos y de poder de fuego tan impresionante como el exhibido en el ataque a Omar García Harfuch?



El argumento de que quisieron asesinarlo debido a sus resultados en el combate al crimen aparece como un recurso retórico muy sobado ya en administraciones anteriores, cuando se registraban hechos similares.



La pandemia del coronavirus ha saturado la agenda mediática nacional, pero en todos estos meses de confinamiento y sana distancia han muerto más de 35 mil mexicanos por esa pandemia.



Pero por la otra pandemia, la de la violencia, ya nos acercamos a los 60 mil muertos y los que se acumulen en ambas.



Esto, por donde quiera vérsele es la crónica del fracaso.



II



La semana que pasó fue trágica en materia de fallecimientos y contagios en Sonora. Las estadísticas van a la alza y el final de la pandemia se antoja lejano.



Las cifras son brutales: 12 mil 412 casos de los cuales Hermosillo concentra el 36 por ciento. Hay 879 casos graves de pacientes hospitalizados, 105 de los cuales se encuentran con ventilación mecánica inducida. Mil 268 personas han muerto.



Sin embargo no hay de otra: la sociedad no puede seguir paralizada, el virus continuará con nosotros muchos años, si no es que por siempre de acuerdo con los científicos que mejor han seguido la evolución de la pandemia.



Coinciden en que la reincorporación a las actividades cotidianas debe ser gradual, escalonada y sectorizada, pero sobre todo con una estricta observancia de las medidas de prevención, básicamente: sana distancia, uso de cubrebocas, gel antibacterial y contante lavado de manos con agua y jabón.



Así, Cajeme se apresta a regresar a la nueva normalidad a partir del 15 de julio siguiendo los protocolos y lineamientos para evitar contagios.



Los propietarios de negocios que podrán abrir en esta primera fase de reactivación deben registrarse en la plataforma www.nuevanormalidad.gob.mx y entre ellos se encuentran: agencias automotrices, mueblerías (de hogar y oficinas), papelerías, venta de equipos de aire acondicionado y refrigeración; uniformes y bordados, tiendas de regalo, florerías, artículos deportios, mercerías, tintorerías, artesanía.



También servicios como lavado automotriz, imprentas y publicidad, estudios fotográficos y de filmaciones; consultorías de negocios y estéticas.



Todos los negocios en reapertura deberán observar protocolos como el uso de cubrebocas para trabajadores y clientes; gel antibacterial, tapetes sanitizantes, filtros para tomar temperatura y sobre todo, sana distancia.



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Arturo Soto Munguía

Arturo Soto Munguía

El Zancudo... No mata, pero hace roncha