Opinión

Y el presidente la volvió a hacer

Y Andrés Manuel López Obrador lo volvió a hacer...

251 votos necesitaban los diputados de la coalición Juntos haremos historia para reformar la ley secundaria y permitir la reelección continua sin la obligación de separarse del cargo. Lo hicieron con 254.

La reforma tiene que pasar aún por el Senado, donde se espera sea también aprobada.

En tiempos de coronavirus, la legislación no admite demora. La iniciativa entró a la Junta de Coordinación Política apenas una noche antes y, frente a la incertidumbre por la obligada suspensión de labores en la cámara, se aprobó fast track en la penúltima sesión del periodo ordinario.

Sin pasar por comisiones y sin ser dictaminada.

No había de otra y sí había prisa. Después de mayo, la constitución prohíbe cualquier reforma a la legislación electoral y los diputados no saben cuándo volverán a sesionar después de este jueves, ya que la cámara acordó suspender el periodo ordinario por las políticas de contención del coronavirus.

Y Andrés Manuel López Obrador lo volvió a hacer.

Literalmente, se sacó de la bolsa unas estampitas religiosas y un dólar doblado, los exhibió como amuletos contra el coronavirus y contra todo mal, y puso a medio país a despotricar contra la religiosidad presidencial que atenta contra el Estado laico, y a la otra mitad a correr a su tienda católica para adquirir sus escudos protectores.

Mientras, en la cámara de diputados y en ausencia de los diputados del PRI, PAN y PRD, los legisladores federales de Morena y sus aliados aprobaron una reforma a la legislación electoral para reglamentar la reelección continua que les permitiría permanecer en el cargo hasta el año 2030.

Y sin separarse de su cargo, lo que significa una ventaja sobre sus eventuales competidores, pues tendrían no sólo la tribuna, sino los generosos recursos de la Cámara para hacer campaña, abierta o disfrazada.

Ciertamente, la reforma prohíbe el uso de recursos económicos, humanos y materiales que provengan del sector público, pero nuestra clase política ha confeccionado a lo largo de los años un amplísimo catálogo de llaves maestras para violar cualquier candado legal en la materia.

Pero vayamos por partes.

La reelección continua está contemplada en la Constitución federal desde 2014, pero no se había reglamentado. Eso fue lo que hicieron ayer.

La ausencia de priistas, panistas y perredistas, para efectos prácticos hubiese contado como presencia en caso de que hubieran ido a votar en contra, pues tratándose de una reforma a leyes secundarias no requiera la mayoría calificada (dos terceras partes), sino la mitad más uno de los votos, es decir 251, y fue aprobada con 254.

En el papel, la reforma favorece a los diputados del partido oficial (Morena), pero en los hechos y considerando que salvo casos excepcionales la reelección no es bien vista por los electores, puede convertirse en una desventaja para quien lo intente.

Sólo como ejercicio, haga usted un esfuerzo de memoria, cite el nombre de los nueve diputados federales por Sonora y al menos un motivo por el cual volvería a votar por ellos. Vaya más allá: aplíquelo a los legisladores de otros partidos y quizás el resultado sea el mismo.

La reelección, incluso la continua hasta por cuatro ocasiones para diputados federales, y hasta dos para senadores como lo plantea la ley, no es tan mala como parece. El país está urgido desde hace mucho, de auténticos tribunos; de profesionales de la práctica legislativa, de hombres y mujeres que sepan exactamente para qué fueron llevados a las cámaras.

El espíritu de la reforma es precisamente ese: la profesionalización de los y las legisladoras, como sucede en democracias más avanzadas.

De hecho, en Sonora la ley se homologó a la reforma constitucional de 2014 para permitir la reelección de diputados locales y alcaldes.

En 2018, nueve diputados locales en funciones buscaron la reelección y sólo uno, Fermín Trujillo la consiguió. También hubo 18 alcaldes que buscaron repetir en el cargo y sólo seis lo consiguieron, todos en municipios muy pequeños.

Que la reelección continua se plasme en la Constitución y se reglamente en las leyes secundarias, pues, no garantiza que los actuales legisladores federales vayan a repetir. De hecho, tendrán que batallar mucho buscando el voto, si quieren hacerlo.

II

En México se registró ayer la primera muerte por coronavirus y esta puede ser la señal que detone la fase II del plan de contingencia, que de acuerdo con el subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell debería comenzar en 15 días, pero la presión social es mucha.

De hecho, en varios estados del país ya se están poniendo en práctica las recomendaciones de la fase II: suspender eventos masivos, instalar filtros en áreas de trabajo y escuelas que no hayan suspendido clases, aunque por ejemplo en Sonora desde el martes pasado se ordenó el cese de actividades desde preescolar hasta universidad.

En Hermosillo se registró el segundo caso de coronavirus en un paciente masculino que recién regresó de un viaje por Europa. De acuerdo con información oficial el paciente se encuentra en buenas condiciones médicas y en franca recuperación de su cuadro respiratorio.

III

No tiene mucho sentido abundar en los desplantes histriónicos del presidente y sus estampitas. Es exasperante hasta para muchos de sus fieles el valemadrismo con que la primera autoridad en el país aborda el tema de la pandemia.

Claro, hay quienes lo celebran y aplauden la burla que desde las mañaneras pretenden ser dirigidas a sus enemigos políticos, conservadores y neoliberales, pero en realidad, tocan fibras sensibles de grandes sectores de la población que esperan otra cosa de su presidente.

Guardadas las proporciones, cuando Guillermo Padrés y sus ‘genios’ de la comunicación decidieron que era buena idea descalificar movimientos sociales como el No al Novillo o los Malnacidos etiquetándolos con el zahiriente epíteto de “priistas”, se olvidó que si bien en esas movilizaciones había liderazgos y participantes de ese partido, la mayoría eran ciudadanos sin militancia. Usuarios afectados y contribuyentes dolidos independientemente de su militancia.

Ahí comenzó la debacle del corruptísimo ex gobernador, que por cierto llegó al cargo con el voto de miles de desencantados de otros partidos, señaladamente el PRI y el PRD, que gradualmente le fueron retirando el apoyo.

La irresponsabilidad como chiste, frente a un asunto tan serio como la pandemia del coronavirus, que está tumbando las bolsas, devaluando el peso, cerrando negocios y fronteras; matando gente, puede ser aplaudida sólo por los muy limitados de entendederas.

No dudo que la nueva genialidad sea promover, desde el aparato propagandístico de Estado la compra masiva de estampitas religiosas. Como chiste está bien. Como política de comunicación puede abonar al agotamiento de la paciencia, sobre todo si el tema del coronavirus se agrava, como predeciblemente sucederá.

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Arturo Soto Munguía

Arturo Soto Munguía

El Zancudo... No mata, pero hace roncha