Opinión

Un buen mitin, que no cambiará en nada...

Con solo cruzar la puerta del ahora hogar de los Rayos se Hermosillo parecía que entrabas a un evento que otrora hacía lucir el magnánimo sabor que solía poner como ingrediente el PAN de inicios del sexenio de Guillermo Padrés.

Se trataba del primer mitin del candidato a la Presidencia de la República por Acción Nacional, PRD y al menos en Sonora, solo un sutil esbozo de Movimiento Ciudadano. Y es que allá, en un rincón ondeaban solo cinco o seis banderines del Partido naranja. Aunque la Presencia de María Dolores del Río fuera del círculo PAN-perredista, denotaba sin duda la nula aprobación de la ex albiazul por esta coalición.

Poco más de dos mil personas rodearon a Ricardo, ese mismo que domina el escenario como pocos, ese que con su vasta inteligencia en lugar de motivar a votar por él, provoca cierto miedo su posible, pero lejana probabilidad de ser Presidente de México.

Bajo la chistera nada muevo, un mitin como cualquiera, salpicaban los acarreados, las caras de los “invitados” reflejaban el cansancio, el ruido y los vítores corrían por cuenta de la gente cercana al panismo. No se asusten no se enojen, en todos lados vemos los mimos espectáculos.

Y cómo no, si la gente que llegó al Gimnasio de la Universidad de Sonora tenía horas ahí, muchos llegados de otros lugares, carretera de más de cuatro horas, con hambre, con bebés que esparcían en sus lágrimas el enfado que aún no pueden reclamar.

Anaya llegó, se apostó sobre el escenario, lo hizo suyo, un robot, inquebrantable, estoico ante sus súbditos. Sin embargo, la comenta de algunos apartidistas que sudaron como el que esto escribe, vociferaban que no termina por arrancar la confianza, esa que no se compra, que no se renta y mucho menos se exige, esa que nace o no. Ricardo podrá tener decenas de cualidades, pero la de generar empatía de entrada nunca.

A mí izquierda, en la fila de atrás escuchaba decir a una señora, de edad madura, de estirpe fina, evidenciaba que en su juventud seguramente arrancó suspiros por doquier. “Se nota que es inteligente, pero no prende, no me convence del todo”, azotaba mientras aplaudía obligadamente por las circunstancias.

Desde panistas de ocasión, pasando por albiazules que le hicieron daño al Partido y por supuesto otros que han sido un estandarte para este Organismo Político, todos estaban ahí, no sé si por la necesidad de volver a sentir que en Sonora están vivos, o por la otra necesidad, esa que en la actualidad está aderezada con una salpicadura de conveniencia personal.

Definitivamente había personajes que estuvieron pero no buscan nada de eso, otros sí, definitivo. El panista real, ese que transpira los colores albiazules por los poros estaban por convicción, había otros que la ola los llevó a donde olía a una remota, pero probable victoria y por ende, oportunidades personales.

Como fuera, el panismo respiró una bocanada de aire, el mesón padrecistas los dejó lastimados, enclenques, sin aspiraciones, sin argumentos. Y aún lo recienten, basta con ver las encuestas, Anaya pierde en Sonora; De siete Diputaciones Federales no lideran una sola; De 21 Distritos Locales solo van arriba en tres; y de las alcaldías, Dios santo, solo el bastión panista por excelencia puntea, San Luis Río Colorado.

Buen mitin sí, nadie lo puede negar, pero desgraciadamente para los panistas en Sonora tendrán que hacer mucho más que eso para ganar algunas elecciones. Mucho más que eso. Que nadie tenga duda, es más, ni ellos la tienen.