Opinión

Zepeda y Galván escriben el epitafio del PAN en Sonora

Se le quebró la voz. Allí, a la mitad del foro, en el podio donde anunció su renuncia a toda una vida de militancia en el PAN,

David Figueroa Ortega estaba haciendo el recuento de razones por las cuales abandonaba el partido -aunque no los principios- y aludió a la consulta con su familia: su madre, su esposa… y al hablar de lo que su hijo le respondió, tuvo que hacer una pausa.

Con un nudo en la garganta y los ojos llenos de agua, Figueroa Ortega estuvo a punto de llorar como los hombres.

Y es que debe ser difícil abandonar el hogar, la escuela donde se forjó siendo aún niño, sirviendo café en las reuniones que su padre sostenía con los mayores, construyendo esa opción ciudadana que durante décadas enarboló valores y principios, doctrina y entrega a las causas de la democracia, la transparencia, el cuestionamiento serio a la corrupción de los gobiernos.

No se va porque le hayan negado una candidatura. Su renuncia, sostuvo, es producto de un largo proceso de reflexión, del triste descubrimiento que lo azoraba día tras día en los últimos años, al ver cómo el PAN se iba convirtiendo paulatinamente en la antítesis de sus orígenes, y se iba mimetizando en lo que tanto criticaron: la antidemocracia, la ambición, la disputa por los cargos y el dinero; la corrupción y el agandalle.

“El PAN se ha alejado hoy de todo eso que le daba origen, el PAN ha dejado de ser ese instrumento ciudadano para convertirse en un instrumento de poder que a veces solo obedece al poder vacío del dinero”, expuso, un vez sobrepuesto de la emoción y la tristeza que le acompañaban a dar este paso.

Anunció también que seguirá apoyando la candidatura presidencial de Margarita Zavala y que buscará la candidatura a la alcaldía de Hermosillo por la vía independiente. Para ello se apoyará en cientos de ciudadanos que ya no encuentran en los partidos políticos una opción para canalizar sus inquietudes, para sentirse representados en sus aspiraciones y demandas.

Nadie puede regatearle a David su apego a los valores, principios, doctrina de Acción Nacional, pero quizá pocos saben que en los últimos años, estuvo trabajando en la construcción de una red de apoyo que agrupa a cientos de militantes en varios municipios del estado, que quizá no lo sigan en su renuncia, pero que sin duda estarán apoyándolo en esta nueva etapa.

Hace varios meses escribí en este mismo espacio, lo imposible que resultaba en estos días hacer una evaluación certera del daño que Guillermo Padrés y sus cercanos infligieron al PAN en Sonora. No sólo por el efímero, sexenal imperio de corrupción que construyeron, sino en lo organizativo y lo programático, en la creación de una casta dirigente que hoy luce aislada y suicida en su fuga hacia adelante.

Esperanzada sólo en que el voto antisistema les favorezca en la elección presidencial, lo que cada vez se ve más difícil, ante un candidato opositor como Andrés Manuel López Obrador que no han podido bajar de las encuestas, y la fragmentación del voto resulta de las escisiones, renuncias y migraciones desde el PAN a otras alternativas, y la viabilidad de dos o tres candidaturas independientes a la presidencia, que introducirán nuevas variables en el comportamiento electoral de los mexicanos.

En el año 2000, la disputa presidencial fue entre el PAN y el PRD, con Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas, mandando al PRI al tercer lugar; en 2006, la pelea estuvo entre el PAN y el PRD, con Felipe Calderón y López Obrador. Para 2012, la contienda se decidió entre el PRI y el PRD, con Peña Nieto y el tabasqueño. En esos tres procesos, PRI y PAN habían marchado juntos en una alianza de facto para impedir el arribo de una opción de izquierda.

Hoy las cosas han cambiado. No tengo duda de que Fox y Calderón son dos de los principales interesados en zancadillar la candidatura de El Peje, pero me queda claro que no invertirán sus recursos humanos y materiales en sumarse a la empresa de Ricardo Anaya y su alianza con el PRD. Puestos a elegir, en todo caso harán lo que tengan qué hacer, sumados abierta o subrepticiamente al PRI.

Ese escenario tiene su espejo en los estados. En Sonora, particularmente, creo que los desprendimientos en el PAN se sumarán, voluntaria o involuntariamente a generar un resultado en el que para ellos, lo mejor es que gane cualquiera, menos quienes los humillaron obligándolos a abandonar la casa. Unos para Morena, otros para MC, otros para candidaturas independientes que finalmente le restarían votos al PAN, favoreciendo en casi todos los casos, creo, a los candidatos y candidatas del PRI.

La panista Guillermina Villaescusa estuvo subiendo a su cuenta de tuiter algunos datos que revelan la crisis por la que está atravesando el PAN en Sonora. Ella no fue expulsada, simplemente fue “cepillada” del padrón de militantes, por ser una panista incómoda a la actual dirigencia.

Villaescusa sostiene que en Ures (de donde es originaria), tres aspirantes del PAN a la candidatura a la alcaldía ya se fueron del partido; de 380 militantes quedan 90; en Arivechi no queda uno solo; en San Felipe queda sólo uno. En Rayón nadie quiere ser candidato y en Arizpe, de 400 militantes que había, ya quedan 100, mientras que en Moctezuma quedan 30.

Esos son datos de la región que conoce, por haber trabajado en esos municipios durante años. Falta ver cómo se están moviendo las cosas en municipios más grandes, pero quizás el ejemplo se replique.

El PAN en Sonora, con Padrés, quemó su pólvora en infiernitos. Desperdició la oportunidad de probar que la alternancia, después de 70 años de priismo, era la ocasión para probar que podrían hacer un buen gobierno. Pero en los primeros tres años perdieron la elección para el senado de la república, y tres años después, la gubernatura, los principales municipios y la mayoría de las diputaciones locales y federales.

Hoy, ya sin los recursos ilimitados que les proveía el gobierno del estado, con sus principales financieros en la cárcel o en el exilio; con una dirigencia inoculada con el virus de la arrogancia y la soberbia, y con demasiados muertos y heridos que gozan de cabal salud en su contra, difícilmente pueden esperar buenos resultados.

Es temprano para adelantar vísperas, pero me parece que Damián Zepeda y David Galván están escribiendo una de las páginas más negras para la historia electoral del PAN en Sonora. Si después del primero de junio de 2018 me desmienten, me tragaré estas líneas.

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Arturo Soto Munguía

Arturo Soto Munguía

El Zancudo... No mata, pero hace roncha