Opinión

Un 19 de Septiembre...

Antier escuchaba en el programa de José Cárdenas en Radio Fórmula que al día siguiente, o sea el 19, se conmemoraría el año 32 de la más grande tragedia natural ocurrida en nuestro país con un simulacro.

Lo repitió en varias ocasiones, "no se asusten, es solo un simulacro, cuando escuchen el sonido sísmico es solo un simulacro", subrayaba. Lo que vendría 19 horas después, era impensable, caprichos de la vida y la naturaleza.

La Ciudad de México despertó el día de ayer 19 de Septiembre del 2017 recordando su tragedia, esa que marcó no sólo a la Ciudad más grande del mundo, sino a todo un país, esa que sería un parteaguas en la vida nacional en muchos sentidos, esa misma que evidenció el buen corazón que salpican los mexicanos cada vez que hay que unirnos.

Pasaba la una de la tarde, y el terror colectivo volvió a ser presa de la naturaleza, esta vez no sólo fue la otrora Tenochtitlán, sino otros estados como Moleros, Puebla, Estado de México y Guerrero entidades que sintieron el rigor de un movimiento telúrico que demostró su poder inconmensurable.

Muertos por aquí, por allá, la magnitud de lo ocurrido ayer no araña la desesperanza que se vivió en 1985, aquel fue devastador, sin embargo, la ironía de la vida es que volviera a suceder algo similar el mismo día 32 años después, y eso me dice que el planeta nos quiere decir algo, o simplemente que las casualidades existen. Pero cuando son de este tamaño, el terror empaña mi pensamiento.

La solidaridad se hace presente, México es fuerte, unido cuando hay que serlo, no cabe la menor duda en las personas, todos quieren ayudar, todos oran, otros rezan, pero de igual manera todos le piden al todo poderoso por las víctimas que desgraciadamente no corrieron con la suerte necesaria para salir con vida del monstruoso acontecimiento.

El país está de pie, noqueado sobre piernas sí, tambaleante, pero jamás en la lona, la historia de los mexicanos nos ha enseñado que nunca nadie nos ha quebrado, desde tiempos inmemoriales la raza azteca es dura, resistente, y se ha demostrado en temas sociales, cuando la naturaleza nos azota con rabia e incluso con el tsunami político y de rapacería que hemos sufrido por décadas.

No hablaré de cifras, de verdad no importa, puesto que perder una vida en estos actos es temerario, se fueron niños, adultos, personas de la tercera edad, ricos, pobres, mendigos. La naturaleza no respeta posiciones ni edades.

Cuando envié este escrito, había silencio sepulcral en varias partes de la Ciudad, escombros cubriendo vidas humanas rogando por sus vidas. La desesperación llegó a su limite.

Se vive en México nuevamente la tragedia, en menor escala insisto, pero todo lo que envuelve lo que ha pasado hace sentir el mismo dolor como en 1985, el mismo día, cuando las heridas de aquel lejano día no cicatrizaban, decenas de muertos.

¡Arriba México!, siempre hemos podido, hoy no será la excepción.

Listo, Dios los bendiga, cuide y proteja...
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