Opinión

Normalicemos los vergazos; si no es correcto, por lo menos es divertido

Por Arturo Soto Munguía

A mí francamente me vale madres si la alcaldesa de Hermosillo o cualquier otro personaje de la vida pública, utiliza un lenguaje soez en sus declaraciones públicas.



Finalmente la alcaldesa ya tiene edad para entender el impacto que puedan tener sus palabras en la población, que mayoritariamente hace uso y abuso de ciertos vocablos que han sido incorporados frescamente al habla cotidiana y suelen aparecer con frecuencia en cualquier conversación, ya no se diga en una discusión donde se involucran sentimientos negativos: coraje, rabia, frustración, ansiedad.



Y esto aplica para todas las edades, todos los credos, ideologías, grados académicos.



Es épico aquel video donde dos grupos antagónicos de lideresas de barrio se enfrentaron a las puertas del Palacio Municipal, enfrascándose en una acre discusión en la que de pronto, como si de una escena en el aula del profesor Jirafales se tratara, se hace un silencio en el que sólo irrumpe la voz de una de ellas, clara, impecable, lapidaria: “no tienen educación a la verga”.



En el caso de la alcaldesa de Hermosillo no parece tratarse de un tema de educación. La señora es licenciada en Derecho por el Instituto Tecnológico de Baja California y cuenta con una maestría en ciencias políticas por la Pontificia Universidad Católica de Chile que, al ser pontificia, depende directamente de la Santa Sede y de la iglesia católica chilena.



También tiene una maestría en Alta Dirección de Empresas en el IPADE.



Es dable suponer, además, que al ser campeona nacional de oratoria a la tierna edad de 17 años, y participar luego en varios concursos de debate político, su bagaje conceptual sea suficientemente rico como para poder prescindir del madrazo y el insulto.

Supongo que al insultar a sus antecesores en la administración municipal, llamándolos pendejos, lo que buscaba era esa identificación con el pueblo, que suele aludir de esa y de otras formas peores a sus gobernantes. A todos. A lo largo de los años, por ejemplo cuando un automovilista cae en un bache y le truenan los amortiguadores, la suspensión y las muelas, o se le poncha una llanta, la expresión casi automática es: “¡Chinga tu madre _______________!” (Espacio para poner el nombre de quien en esos momentos ocupe la presidencia municipal).



No queda claro, sin embargo, para qué pendejear a los ciudadanos que incurren en prácticas ciertamente incorrectas, como dar ‘mordida’ a los agentes de tránsito. “Es una pendejada”, dijo. Y las pendejadas por lo regular las cometen los pendejos, ¿no?



Si la llamada ‘ciudadanización de la política’ trae consigo la incorporación del habla coloquial, incluido el insulto y el madrazo que los ciudadanos usualmente reservamos para el ámbito de lo privado, y la clase política considera que eso le acarrea simpatías, pues adelante.



Un chispazo de picardía que rompa la solemnidad de la política ocasionalmente es hasta agradecible para solaz y esparcimiento del respetable público.



El problema es cuando tiende a convertirse en práctica recurrente, porque al carecer de reglas también carece de límites y desatado el gusto por pendejear al adversario, llegará el momento en que no habrá quién cierre la puerta, porque el que insulta asume que puede ser insultado, llevando así el debate público al chapoteadero de la vulgaridad.



Imaginemos un debate, por ejemplo en el Congreso, que se diera en esos términos:



-Tiene la palabra el pendejo del diputado fulano.

-¿Pendejo? Pendejo te dejo, panzón y viejo.

-Diputado, está usted bien güey.

-Con tu hermana me hago rey, me la llevo a Monterrey y me la cojo en un maguey.

-Ah, cómo será usted baboso.

-Te pico el pozo y además te lo reboso.

-Chingue usted a su madre.

-La suya, arriba de una patrulla.

-Por pendeja y aleluya.



O sea, a lo mejor es divertido, pero ya entraríamos en una espiral interminable, no del todo edificante, aunque el tema no debería abordarse desde la perspectiva de la moral y las buenas costumbres, sino desde la óptica de la responsabilidad social que implica la seria responsabilidad de la gobernanza.



II



Pero bueno, dejémonos de pendejadas y vayamos hasta Palacio de Gobierno donde ayer fueron entregadas las certificaciones al personal de las Unidades de Transparencia en cada una de las secretarías, que durante ocho meses fueron capacitados en materia de facilitación de la información pública, transparencia, rendición de cuentas y protección de datos personales.



El tema no es menor, porque Sonora se convierte así en la primera entidad federativa con todas sus dependencias certificadas en estos temas por un ente avalado por el gobierno federal a través de la SEP, como es el INAIP Yucatán.



Fueron 22 servidoras y servidores públicos de las 13 dependencias estatales los que fueron certificados y a quienes la gobernadora Claudia Pavlovich agradeció el trabajo hecho hasta ahora, que entre otras cosas hizo pasar a Sonora de los últimos a los primeros lugares en el tema de transparencia y rendición de cuentas.



A 19 meses de cumplir el mandato sexenal para el que fue electa, la gobernadora esbozó un discurso que llamó la atención. Se dijo lista para enfrentar, como lo ha hecho desde que inició su carrera política, campañas de pequeñas y grandes mentiras. Señaló que todos los sonorenses recuerdan las condiciones desastrosas en las que tomó las riendas de la administración estatal, y han visto lo que se ha avanzado en materias como el combate a la corrupción y la transparencia.



“Yo creo firmemente en la transparencia y en la rendición de cuentas, creo firmemente que a la gente no le molesta que tenga recursos, lo que les molesta es que se los robes a ellos, esa es la gran diferencia y aquí estoy plantada como siempre desde el inicio dando la cara”, sostuvo.



III

Ayer inició el segundo periodo ordinario de sesiones en el Congreso del Estado y afortunadamente no hubo debates como el imaginado líneas arriba. Sólo hubo posicionamientos de cada una de las bancadas en las que detallaron las respectivas agendas que traen para este periodo, y en las que destacan temas importantes.



Entre ellos, precisamente los relacionados con el combate a la corrupción, la transparencia; seguridad, salud, educación, empleo, desarrollo rural, grupos vulnerables y medio ambiente.



También los de innovación y tecnología, impulso al deporte y la cultura, reactivación económica, fiscalización; atención a víctimas y localización de personas; movilidad urbana y rural, obra pública, entre otras.



Como se ve, temas hay muchos. Veremos cómo aterrizan.

Arturo Soto Munguía

Arturo Soto Munguía

El Zancudo... No mata, pero hace roncha